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Mostrando entradas de mayo, 2016

Notas de Esfiria: Los gigantes

Tanto han comido que se han vuelto lentos e infinitos. No por cantidad o inmortalidad, sino por su inmenso tamaño y la lentitud con la que desarrollan una idea. No siempre fueron gigantes, alguna vez, hace muchas lluvias, fueron esfires comunes. Cuentan que un mal día les dio un hambre que nunca terminó, y empezaron a comer cosas de cada vez mayor tamaño. Un mal día, el primer gigante empezó a comer una montaña. Y se hizo más grande. Los otros, que también tenían hambre, empezaron a hacer lo mismo. Así, acabaron con toda la zona montañosa de Tierra Tenue, dejando espacio para el desierto que luego se formaría.  Ya no se ven gigantes en el continente central. Cada vez más y más se fueron fastidiando de tanta luz y tanto ruido de las máquinas cuando las máquinas empezaron a aparecer. Fueron migrando, lentamente, al sur, cada vez más al sur, hasta que un día pasaron el mar Estigio caminando. Hoy, todos los gigantes viven en el continente abismal, al sur del sur, relegados casi al olv

Notas de Esfiria: Estrelladero.

A 4 días al oeste de la costa oeste de Tierra Central de Esfiria existe una isla cuya arena es absolutamente metálica. Los pocos marineros que la han visitado dicen que la razón por la que es así es porque recibió, en algún momento, una lluvia de relámpagos que metalizó la arena y destruyó toda forma de existencia. Otros dicen que cuando los dragones poblaban la esfera iban a esa isla a aprender su característico aliento mortal. Nadie sabe con certeza, porque casi nadie se aventura a navegar más allá de la línea costera. Excepto Maoly, la capitana del Fugaz. Visita la isla cada cierto tiempo, cuando necesita tripulantes. Los que han tenido la suerte de ver al Fugaz han notado a sus pequeños y extraños tripulantes. Pequeñas bolitas brillantes con puntas por extremidades, grandes ojos y expresiva boca que usan para hablar un lenguaje titilante. Gracias a Maoly se sabe que estos seres habitan dicha isla, y que son estrellas caídas que no lograron fecundar nada (porque no hay nada qu

Mi querencia III: Profe.

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Desde que la profe me amarró los zapatos por vez primera supe que esa mujer debía tener un acceso sobrenatural a todo el conocimiento del mundo conocido y por conocer. Crecí y me di cuenta, en mi adolescencia, que existen profesores malos, y luego conocí a los piratas; pero siempre hubo una que otra Nílibe, o Mario, o Vilchez que en la universidad me volvieron a amarrar los zapatos y mira, sí, ese acceso al universo del conocimiento que, qué loco, sí tienen.  Cuando elegí estudiar letras en la universidad fue porque quería ser escritor. Un cuento que todo el mundo me aplaudió cuando chiquito me hizo creer la mentira de que yo podía ser un escritor fantástico. Afortunadamente me di cuenta a tiempo que nada que ver. Que no tenía chance más que de contar buenos cuentos y amarrar con teipe una que otra frase.  El problema es que me di cuenta de esto ya cuando estaba en letras. Ya estando adentro, si no voy a ser escritor ¿qué carrizo iba a ser? Un par de años vacacionales me dejar