Venezuela se lo pierde: El Panda - Por Rafael Polanco
La primera impresión que tuve del panda es que era familia de alguien. A ver, no es que sea un golem creado por alguna extraña alquimia, es que la primera vez que lo vi fue en una foto con mi pana Alejandro, con quien compartía un más que curioso parecido. Y después dicen que las fotos no capturan el espíritu. Cosas del azar impulsado por la postmodernidad, que es bonito para “vainas que tiene el Facebook”, unos años después ese mismo carajo y otro puñado de personas serían parte de mi historia; el mejor party que me pudo poner el mundo por delante para lidiar con algo que no fue nada sencillo, emprender el viaje de regreso a casa. Mire usted que sería con el Panda con quien, por un acuerdo de esos sin palabras, compartí un vínculo que viene de haber visto el mundo y habértelo traído por dentro, y no querer soltarlo. Pero la cosa va a más. Primero fue Carlos por cortesía, luego pasó a ser Panda por complicidad y eventualmente Senpai por derecho propio. Sin duda que de Carlos he