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Mostrando entradas de julio, 2014

PappiriPizza

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¿Qué tan difícil puede ser hacer una pizza? Digo, si tienes los ingredientes adecuados, como la harina. No te rías, sí se puede conseguir. Vamos, si la droga se consigue, ¿por qué no la harina? Vaina, que sí se consigue. Es más, te puedo decir de varios lugares en donde por tener harina hacen unas pizzas miamorcontequierovenípacá. Palermo Vamos, ya todos han hablado de Palermo. Este lugar que es chévere porque está ordenado de forma "original" y es una "joya local", y te sirven pizza horneada a la leña, y tienen todos estos sabores y combinaciones casi infinitas con nombres súper cómicos. Porque es gracioso que le llamen a una pizza "trimollejua" por su tamaño, que es grandote, pues. Pero no. El lugar no tiene un orden original. Más bien es el resultado de años de no querer limpiar nunca la casa, y a esto ponerle unas luces de navidad encima. Pa' que no veas el sucio. El libro que es el menú es más largo y fastidioso que leer El Ulíse

Venezuela se lo pierde I: Napo

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La primera vez que supe de Napo me pregunté por su nombre, como seguramente hacen los que leen esto y no lo conocen. Fue ya después, en alguna de las noches en las que nos reuníamos a beber conversaciones hasta que alguien se quejara por el trabajo al siguiente día o el periódico del día nos sorprendiera cayendo en el patio, que me enteré que era por Napoleón Bonaparte. Nada tiene que ver, creo, con lo que vi en Napo. Espero que tenga que ver con su futuro, y conquiste parte del mundo, sin ser derrotado en ninguna Waterloo.  Reconocí su genio la primera vez que supe de él, porque no fue su cara lo que vi, sino su texto . Su rostro desde entonces fue un fantasma para mí, uno de esos panas de los panas que se fue a vivir a otra parte porque patria. Por avatares del buen destino Napo regresó a su país hace dos años; trajo un acento refinado, conversaciones infinitas, un maletín de curitas para una de mis mejores amigas, y el mejor ritmo que he visto al bailar el estilo de la

Arelis

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Cuando Arelita visitó por primera vez la biblioteca del estado no sabía leer muy bien, pero por alguna razón que es ajena a mi entender quiso leerme un cuento. A ver, mi trabajo en la biblioteca era el contrario: yo era el que le leía cuentos a los niños; pero vino esta niña que apenas sabía tejer una letra con la otra a quererme leer un cuento a mí y pues, me descolocó. No recuerdo muy bien el primer cuento que me leyó, pero de ahí en adelante cada vez que venía tenía la costumbre de leerme al menos uno. Poco a poco, se fue haciendo muy buena leyendo. Hace un par de domingos tuve mi último día de trabajo en la biblioteca. Arelita ya tiene 15 años, y decidió irme a despedir. Me llevó a mi lugar favorito de la biblioteca, el que muestro aquí. Y leyó 5 o más cuentos hermosos, entre ellos, mi favorito de Jimmy Liao. La realidad se deshizo por un momentico. Arelita es una cuenta cuentos ahora. No necesita del papel, ni de la imagen para tejerte un cuento en el aire. Creo qu

Dimitri

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Una vez viví en un barco por dos meses y desde entonces soy un panda marino. En ese barco había un ruso. Bueno, no, había varios, pero este ruso era más ruso que todos los demás. Se llamaba Dimitri, ve a ver.  Dimitri fue a ese barco, en donde vivieron, como yo, personas de distintos países que confiaban comunicarse en inglés como lengua común; pero fue sin saber más que una o dos frases de inglés. A pesar de esto, comunicarse no fue mucho problema para él pues su rostro era sumamente expresivo, y armaba frases de lo más divertidas con las pocas palabras que sabía y que iba aprendiendo cada día. Un ejercicio para comenzar con alegría la mañana era acercase y preguntarle How are you today Dimitri? Pues la respuesta siempre era, por no decir más, deliciosa.  - How are you today, Dimitri?  - I am... - pausa larga en la que medía las palabras- fine.  - How are you today Dimitri?  - I am... - otra pausa- Fantastic!  - How are you today Dimitri?  - I am... - una pausa