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Mostrando entradas de abril, 2016

Venezuela se lo pierde VII: Enkai

Este no es un video, así que pueden leer con calma. Lo sé, igual cuando yo se los digo es menos de fiar. Pero de pana, no es un video. Es un recuerdo. O la falta de uno. Porque la verdad es que después de haber trabajado directamente con Oswaldo - o mejor por su nombre, Enkai - por años, nunca lo vi serio. No quiere esto decir que no era capaz de hacer un trabajo serio: es una de las personas más emprendedoras que conozco. No. Sino que nunca faltó en su cara, y en su agenda, tiempo para una risa. O para un video raro. En serio raro. Muy raro. Pero por eso lo queríamos. Porque incluso en tiempos difíciles no se le acababa el optimismo para seguir adelante. Hasta que se le acabó. Porque Venezuela es especialmente talentosa en romper gente inquebrantable. Es otro de los fundadores del GOEN, y es, en especial, mi buen amigo. Pero a Enkai no lo rompió. Enkai, como muchos, decidió que Venezuela se lo pierde. Y nosotros nos quedamos, apenas, con los videos que nos sigue pasando

Mi querencia II: Sapo

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Yo no quería ser Simón Bolívar en la obra de la escuela. Le tenía una especial renuncia a tener las patillas que, irónicamente, llevaría años después en mi adolescencia. Pero, hey, si Guillermo Griborio era Simón Bolívar, yo entonces quería ser Simón Bolívar. A todas estas, quien yo quería ser en verdad era Guillermo Griborio: la mejor nota del salón, y de paso, tenía a todos por amigos. Yo, que no entendía entonces de cuestiones socio económicas, no podía comprender cómo es que nadie quería ser mi amiguito. Ya, grande, me doy cuenta. No es que no querían, sino que yo no podía estar en sus clubes. Mi madre (sin mi padre), con mucho esfuerzo y sin una educación superior ni un gran trabajo, lograba alimentarme y, de paso, darme la mejor educación posible. Es por eso que pude estudiar en el Bellas Artes, con los hijos de los dueños de la ciudad, siendo hijo de Ana Morillo: para la ciudad, no mucho; pero para quien la conoce, la fuente de todo el guáramo.  Por eso quería ser Simón Bol

Venezuela se lo pierde VI: Los fundadores

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Con tequeños todo, sin tequeños nada. Con tequeños, en la sala de Eleuda, decidimos que el nombre sería GOEN. Significa, en japonés, encuentro afortunado. Aquel en verdad era un encuentro afortunado, porque ya hasta les había conseguido un espacio en donde operar: un círculo de estudio de japonés que se podría reunir en la biblioteca pública todos los domingos, siempre y cuando dieramos un curso gratuito a la comunidad. Eso hicimos.  Eso seguimos haciendo.  Eso seguirán haciendo las nuevas generaciones.  Ya no son gratuitos, a razones de operatividad. Ya no se hacen en la biblioteca pública del estado, y ya no se hacen para cubrir una promesa. Se hacen porque es la razón de ser del GOEN: hacer de esta ciudad un lugar culturalmente, aunque sea un poco, mejor.  Kotori senpai, Francisco, dio las primeras sonrisas a los primeros estudiantes. De él, sin duda, nació la forma de estudiar en GOEN "Estudiar de forma divertida".  Su eterna compañera, Marjo, le dio

Mi querencia I

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No sé si este es el primer recuerdo que tengo que es así, tricolor. Pero es el que me viene a la cabeza ahora. Advierto que para poder contarlo tuve que pegarlo con cartón. Es un recuerdo roto. Mi madre me regaña por mirar al suelo mientras camino. Un día de estos voy a terminar por estrellarme contra un poste, como varias veces lo hice después. Pero en ese día no. En ese día caminábamos al carro, el cual tardó en arrancar. Entonces me parecía infinito, el espacio de la parte trasera, en donde iba solo. Me estiraba, acostado, y mis pies no alcanzaban la puerta. Miraba al cielo a través de la ventana, interrumpido de vez en cuando por un poste y sus cables, o por el techo de un puente en la autopista. Cruzaríamos el puente sobre el lago. Creo que es primera vez que lo veo. Lucero de la mañana. Se hace de día y la luz atraviesa un lago que, mira mamá, tantos barcos. Tantos barcos. Tardamos una eternidad de 30 minutos en cruzar el puente, que le da a mi mamá tiempo para cantar es

Venezuela se lo pierde V: Mau

Llega tarde este texto porque seguramente apenas ahora se está dando cuenta de que, de hecho, se fue. Mau nunca fue Maurizio, aunque de pana que se intentó llamarlo así. No, siempre fue un Mau. Muy Mau. Tan Mau que, toda la brillantez de una de las mentes más fascinantes que he conocido en lo poco que llevo de vida (Ja) nunca brilla con toda su fuerza por no opacar. Y no crean, no es la humildad lo que la hace este efecto, es que brillar da flojera.  Afuera, imagino, no le quedará de otra. Su mente, ingenio y aparente desprecio por una vida de engranaje lo llevará, imagino, a las más locas aventuras. Compartirá su avidez y claridad política con países que quizá no la necesiten tanto, y todo su ingenio técnico y tecnológicos quedarán para desarrollar más el desarrolló en vez de pa' sacarnos del hueco en donde estamos.  No se le puede culpar. Si se queda acá, capaz un día en un atraco, como el que ya había sufrido poco antes de irse, explote una de las abudantes balas de Ve