2014... tú, hijo de la gran...
Chico, se fue. El muy mal nacido se fue sin dejar el regalo que prometió. Porque el bastardo nos dijo, cuando venía llegando, que nos iba a dar algo. Nos guanipeó el muy maldito. Nos dejó como cuando nos dicen que nos van a anunciar algo y no nos anuncian nada. Fue un foreplay tan largo que las ganas se asoparon. Se volvieron sopa. Cremita. Una reducción a fuego lento de guarimba. Pero nada, uno se las arregla para hacer la felicidad, porque se construye, a punta de cartón, si eres Venezolano. Este año he pasado a otra vida. Dejé de trabajar con los chavistas, o con el gobierno en general (porque si bien antes no eran los chavistas, eran los de UNT, que son lo mismo, pero con otra pintura); y ahora trabajo con el imperio. Sufro los debacles pertinentes al maltrato de los desconsiderados gringos: buen sueldo, beneficios, seguros y más seguros, bonos, buenos tratos, y un ambiente de trabajo cómodo. Cómo me odia el imperio. Pero sigo aquí en Venezuela, por lo que me está tocando, de n