El Sr. Le Bloa, #CrónicasGimnásticas1
No es francés. Es maracucho, pero el padre de su padre de su padre sí era francés y se vino a Venezuela creyendo que el petróleo sí era oro negro. Con pico y pala, fue el primero en una larga cadena de fracasos y decepciones familiares que nos llevan al actual Dr. Le Bloa.
Cirujano. Bien parecido. Alto. Un ojo medio perdido en el horizonte. A veces creo que lo está usando para fijarse en quién lo persigue. Sí, alguien lo persigue. Su fracaso... como vendedor de sartenes.
Convencidos de que el joven Le Bloa sería quién rompiera la larga lista de fracasos de la familia, sus padres lo obligaron a ser médico y no seguir su sueño de ser vendedor de Tupperware. Lo triste de todo esto es que Le Bloa resultó ser un muy mal médico. Se dice que ha receteado agua oxigenada para curar la diabetes, e intentó alguna vez tratar la impotencia de un pobre señor (pobre, pobre señor) con un implante de gancho de ropa.
La terrible reputación del Dr. Le Bloa lo llevó a un infortunio económico que lo obligó a considerar opciones, y buscar oportunidades en el periódico local. Finalmente, el destino le abría las puertas: vendedor de Tupperware requerido en importante agencia regional. Se apuntó, y se dedicó por unos meses a su sueño. Lamentablemente, 4 excelentes meses después, vendió un envase defectuoso a un mafioso entusiasta del atún que, por confiar en dicho objeto, comió pescado podrido y murió.
Desde entonces la mafia lo busca, y el Dr. Le Bloa se prepara en el gimnasio, en donde lo vemos fortalecerse día a día, silenciosamente, para estar preparado el día en que finalmente lo alcancen.
Ahí lo vemos. No le quitamos jamás las pesas. No vaya a ser.
#CronicasGimnásticas
Cirujano. Bien parecido. Alto. Un ojo medio perdido en el horizonte. A veces creo que lo está usando para fijarse en quién lo persigue. Sí, alguien lo persigue. Su fracaso... como vendedor de sartenes.
Convencidos de que el joven Le Bloa sería quién rompiera la larga lista de fracasos de la familia, sus padres lo obligaron a ser médico y no seguir su sueño de ser vendedor de Tupperware. Lo triste de todo esto es que Le Bloa resultó ser un muy mal médico. Se dice que ha receteado agua oxigenada para curar la diabetes, e intentó alguna vez tratar la impotencia de un pobre señor (pobre, pobre señor) con un implante de gancho de ropa.
La terrible reputación del Dr. Le Bloa lo llevó a un infortunio económico que lo obligó a considerar opciones, y buscar oportunidades en el periódico local. Finalmente, el destino le abría las puertas: vendedor de Tupperware requerido en importante agencia regional. Se apuntó, y se dedicó por unos meses a su sueño. Lamentablemente, 4 excelentes meses después, vendió un envase defectuoso a un mafioso entusiasta del atún que, por confiar en dicho objeto, comió pescado podrido y murió.
Desde entonces la mafia lo busca, y el Dr. Le Bloa se prepara en el gimnasio, en donde lo vemos fortalecerse día a día, silenciosamente, para estar preparado el día en que finalmente lo alcancen.
Ahí lo vemos. No le quitamos jamás las pesas. No vaya a ser.
#CronicasGimnásticas
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