Canciones rotas
Esta mariquera, chico. Una mariquera que te puede pasar a vos (porque te va a pasar a vos) y me va a seguir pasando a mí. La soberana mariquera de que a uno se le rompa una canción: el proceso odioso en que una canción se le pega con chicle a un momento, a una persona, a una sensación, y este momento, persona o sensación se cae al suelo y PLAF, se rompe toda vaina.
Y puede que no pase. Puede que hayan canciones de goma, que reboten y sigan su camino. 3 años después la escuchas y ahí está rebotando, normalita. Pero hay otra que no las salva nada. Que incluso 4 años después las revisas y re cortan los filos de los pedazos rotos. No hay pegaloca que sirva. Esa canción se jodió. Y no, definitivamente, no son los mangos.
Por estas razones, y otras más estúpidas, trato de no pegarle canciones ya a las personas, porque se me han jodido un revergueral de canciones. Rotas, desparramadas, estrelladas en el asfalto y en necesidad de cal. ¿Y qué hacer? Nada. Borrar 16 gigas de canciones para no tener que ir por el proceso de irlas buscando. Menos mal que vino San Internet con sus 12mil memes apóstoles a darme Grooveshark, 8tracks y Spotify, porque si no la única música que me queda es la melodía de las calles maracuchas. Sin embargo, siempre pasa, que se me ocurre caminar descalzo y se me clava un piazo en canción rota en el pié.
No, en serio, qué mariquera, chico.
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