Yamagata 2, la nieve

Apenas nos bajaron del aeropuerto nos metieron en un autobús. Estuvimos un par de horas, al menos, sentados, pegados a la ventana, mientras llegábamos a nuestro destino, del que les contaré en otra ocasión.



Lo que no sabe nadie, ni ella, fue que, viendo la nieve, ella al lado, fue que pasó.

La blancura a la que no se le puede mentir, y ella, del mismo color, hacían un algoritmo del que aún soy presa. Ya hoy son 3 años.

Sin pendejadas.

3 años.

Que se celebran como dos. 

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