Mi Querencia IV: Los trabajos de mi madre
No se graduó, como la mayoría de su generación. No le dio tiempo. Tuvo que trabajar desde muy temprana edad, a pesar del reuma, para poder ayudar a su familia a subsistir. Y así comenzó una interminable dinastía del sudor en la que ha pasado por distintas posiciones, algunas más aventajadas que otra. Que yo sepa, fue gerente de un matadero de pollo y distribuidora a nivel nacional.
Cuando era niño la esperaba llegar, así fuera muy tarde en la noche, para que me viera antes de dormir. Entendía que llegara tan tarde: era una mujer muy ocupada y tenía muchísimo trabajo en una empresa de eventos que dirigía. Aún así, la esperaba para que me cantara esta canción que cuelgo al final.
Ni idea de por qué me gustaba tanto esa canción.
Durante mi adolescencia también fue gerente: dirigía el restaurante de lo que fue el Club Comercio, hoy Capitán Soda. Gracias a eso pude aprovechar de días y días de piscina que me tostaron aún más la piel.
Poco después se encargó de los restaurantes de los Bingos y semi Casinos que empezaron a florecer en la ciudad a finales de los 90. Recuerdo que la acompañaba a hacer las compras de materiales al mayor en Macro, y de vez en cuando me compraba algún capricho, algún juguete, alguna tontería que me provocara.
Aquellas tiendas llenas de cosas... Que podría comprarme cuando fuera grande y ya mi madre no trabajara. Yo me encargaría de mi madre.
Yo me encargaría de mi madre.
Cerraron los bingos, y todas las alianzas se fueron del país.
Mi madre de gerente pasó a transporte escolar. Y yo tengo 10 años trabajando y me sigue alcanzando apenas para mí y mi esposa, y para ayudar con una u otra cena.
Mi madre se encarga de casi todo. 70 años y sigue en esa odiosa dinastía del sudor.
Claro que está pensionada. Con esa pensión que le alcanza para las verduras, y un pollo, si es que se consigue.
Me tocó irme. En una semana sale mi vuelo para un trabajo que me dará la esperanza de poder ayudar a que mi madre al fin descance de trabajar y pueda solo jugar cartas mientras le queden amigas con quienes jugar. Me hubiese gustado poder hacer eso desde mi casa, desde donde pueda cuidar a mi madre en presencia.
Pero mi país no me deja.
Ya sabré entonces yo, cómo llora una estrella...
Cuando era niño la esperaba llegar, así fuera muy tarde en la noche, para que me viera antes de dormir. Entendía que llegara tan tarde: era una mujer muy ocupada y tenía muchísimo trabajo en una empresa de eventos que dirigía. Aún así, la esperaba para que me cantara esta canción que cuelgo al final.
Ni idea de por qué me gustaba tanto esa canción.
Durante mi adolescencia también fue gerente: dirigía el restaurante de lo que fue el Club Comercio, hoy Capitán Soda. Gracias a eso pude aprovechar de días y días de piscina que me tostaron aún más la piel.
Poco después se encargó de los restaurantes de los Bingos y semi Casinos que empezaron a florecer en la ciudad a finales de los 90. Recuerdo que la acompañaba a hacer las compras de materiales al mayor en Macro, y de vez en cuando me compraba algún capricho, algún juguete, alguna tontería que me provocara.
Aquellas tiendas llenas de cosas... Que podría comprarme cuando fuera grande y ya mi madre no trabajara. Yo me encargaría de mi madre.
Yo me encargaría de mi madre.
Cerraron los bingos, y todas las alianzas se fueron del país.
Mi madre de gerente pasó a transporte escolar. Y yo tengo 10 años trabajando y me sigue alcanzando apenas para mí y mi esposa, y para ayudar con una u otra cena.
Mi madre se encarga de casi todo. 70 años y sigue en esa odiosa dinastía del sudor.
Claro que está pensionada. Con esa pensión que le alcanza para las verduras, y un pollo, si es que se consigue.
Me tocó irme. En una semana sale mi vuelo para un trabajo que me dará la esperanza de poder ayudar a que mi madre al fin descance de trabajar y pueda solo jugar cartas mientras le queden amigas con quienes jugar. Me hubiese gustado poder hacer eso desde mi casa, desde donde pueda cuidar a mi madre en presencia.
Pero mi país no me deja.
Ya sabré entonces yo, cómo llora una estrella...
De tal palo , tal astilla. Dos personas admirables por su arduo trabajo y esfuerzo.
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