Mi Querencia VII: Lucero del alba

Listo. Ya está. Ya debo estar en camino a Vietnam. Si no lo estoy, y tengo internet, corregiré inmediatamente este post en las próximas horas. Si no lo corrijo, la próxima vez que escriba en este blog lo haré desde Vietnam.

Me he ido porque estoy buscando al lucero de la mañana que Venezuela me prometió y murió sin poderme dar. Soy el amante que se va, en busca de algo que me alumbre los pasos. Lejos, lejos de esa callaaada soledad del monte, de arenales, de las dunas, de las montañas, del Ávila, de Coquivacoa y del río culebra infinita.

No haré cantos de la Venezuela perdida en el tiempo, ya hice lo que tenía que hacer.

La extrañaré mucho, y la llevaré conmigo, como la lleva consigo todo el pueblo nómada que somos, en que nos hemos convertido.

Pero sépase, que aunque la luz se ha apagado y lo que queda en esa tierra es un no-estado, un no-país, no me he rendido en la idea de que, mira, podemos ser mejores. Y volveré con mejores armas para la lucha: construir un país donde lucha no signifique armas, hambre ni sangre.

Sigo siendo amarillo, azul y, mira, sí, rojo.

Y si paso mucho trabajo, cántenme al lucero del alba, que me volverá a regresar.




¡Traten de adivinar cuál será la primera frase que soltaré cuando esté en Viet Nam!

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